Complejo amplio y espacioso.
Las habitaciones son grandes, especialmente el cuarto de baño. El mobiliario es viejo, las puertas y armarios son del siglo pasado, se escucha todo, falta insonorización.
En el hotel solo se puede comer de bufete, no dan sándwiches, ni bocadillos, ni ensaladas ni nada de nada.
Los empleados, educadamente, dicen que es lo que hay y que se realice una queja.
Las consumiciones cambian de precio dependiendo del lugar donde se consuman. Son más económicas en el interior aunque en la piscina no haya servicio de mesas te cobran por ello.
En definitiva, es un hotel con muchas posibilidades que se queda en la mediocridad.